Sólo por el placér de tocárle las naríces al que para castigárnos, dividírnos y hacérnos más débiles nos envió las lénguas, ya téngo la suficiénte justificación pára deseár hablár úna que entiénda tóda la humanidád.
El esperánto, la léngua pára la UE
—Ensáyo—